domingo, 25 de octubre de 2009

OTROS TESTIMONIOS

Aquí les presento algunos comentarios de diversas personas que estuvieron en situación de desplazamiento. Estos, son extraidos de la cartilla de “Aspectos Psicosociales de las Mujeres en Situación de Desplazamiento Forzado Establecidas en el Departamento del Valle del Cauca 2008”


• Todas las mujeres sienten añoranza por la que fue su casa y junto a esta, los jardines y la huerta, espacios sobre los que tenían especial potestad, destacando: la amplitud, la frescura, la libertada para moverse:

“Era una casa grande, con muchas piezas…, una cocina grande, la hornilla. Era una casa muy fresca… llena de matas, de animales, de pajaros…”


• Cabe resaltar que las mujeres afrodescendientes e indígenas del Pacífico hacen un particular énfasis en la presencia significativa del o los ríos a los que tenían acceso:

“…estar en mi casa, en esa hamaca con vista al mar, comer un plátano asado, ver a mi hijos, ver a mi marido llegar, eso se me ha quedado en la mente y nadie me lo podrá quitar”


• Estas declaraciones contrastan con la manera como describen el entorno donde viven actualmente, el cual se caracteriza, en general, por tratarse de viviendas no muy dignas, que lejos de cumplir con los requerimientos de las familias, las someten a una situación de hacinamiento, estrechez, insalubridad, inseguridad e incomodidad, como lo manifiestan no solo gran parte de las mujeres sino demás personas que se encuentran en la misma situación:

“cuando vivía en mi costa, vivía más tranquila… pero ahora que nos desplazamos me siento mal, porque aquí no tengo casa. Estamos pagando arriendo y cuando a uno se le juntan dos meses le dicen que desocupe…”


• En las comunidades rurales (campesinas e indígenas), se generan intercambio solidarios de reciprocidad y redistribución, que posibilitan las construcción de identidades colectivas, articuladas a territorios geográficos y de convivencia:

“nosotros cosechábamos frijol y mi papá decía: “llévele a tal persona” y luego la gente nos decía: “gracias, dígale al compadre que cualquier día de estos arrimamos” y la gente nos devolvía un montón de cosas”

“teníamos un nombre y un apellido y aquí sólo nos llamamos desplazados”

“...viendo como mataban a los vecinos y les quemaban las casitas me asusté mucho, porque yo vivía sola en una carretera y quedé sin a quien acudir. (…) me dolió mucho lo de mis amigos, porque ellos me colaboraban mucho. (…)Ellos nunca me desampararon”


• Para estas personas ha sido muy difícil despojarse de valores culturales muy arraigados, la indiferencia citadina, la falta de solidaridad, la laxitud:

“acá nos toco tener nuevas amistades, nuevas costumbres. Ha sido muy duro. Nosotros teníamos lo necesario allá en el pueblo donde vivíamos y acá nos ha tocado luchar mucho y sobre todo con la indiferencia de la gente que no le importa el dolor del desplazado. Uno va a las entidades oficiales y primero yo, segundo yo y tercero yo… a mí me tocó ver una vez que sacaron a la gente que la ponen a madrugar a las 3 o 4 de la mañana para darle una ficha llevando aguacero, sol, malas palabras, malas miradas”

“me he sentido discriminada por no saber leer… siempre lo miran a uno como de lado.”


• Las ciudades, sin embargo, ofrecen mayores oportunidades de intercambios y aceleradas transformación socioculturales; es mayor la movilidad social, lo que posibilita ampliar las perspectivas de vida. De ahí que, aunque las mujeres enfatizan en las perdidas, no dejan de reconocer que han ganado en cuanto a su desarrollo personal y autovalorización:

“he ganado conocimiento, porque yo antes no sabía nada de los derechos. Que las mujeres podíamos tomar decisiones. He conocido más personas. También tuve la oportunidad de ver, que yo podía aprender, porque yo creía que solo me iba a quedar con la primaria, yo me veo conversando tanto y recuerdo que era muy tímida, ahora ya no me dejo engañar”

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